¡Oh Cristo!
«Ya no hay un dolor humano que no sea mi dolor; ya ningunos ojos lloran, ya ningún alma se angustia sin que yo me angustie y llore; ya mi corazón es lámpara fiel de todas las vigilias, ¡oh Cristo! »En vano busco en los hondos escondrijos de mi ser para encontrar algún odio: nadie puede herirme ya sino de piedad y amor. Todos son yo, yo soy todos, ¡oh Cristo! »¡Qué importan males o bienes! Para mí todos son bienes. El rosal no tiene espinas: para mí sólo da rosas. ¿Rosas de Pasión? ¡Qué importa! Rosas de celeste esencia, purpúreas como la sangre que vertiste por nosotros, ¡oh Cristo!»
Somos Adolescentes y jovenes de la Parroquia de "San Pablo Huixtepec" Oaxaca México, trabajamos por un mundo más justo.
miércoles, 8 de julio de 2009
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Sal y Luz
La sal de la tierra Mt. 5-13-16 Nosotros somos la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Nosotros somos la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud,sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre nuestra luz delante de los hombres, para que vean nuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que están los cielos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario